Con 50 metros de altura, el Monumento a los Descubrimientos tiene el formato de una carabela. Es ladeado inferiormente por dos rampas que se unen en la proa y en donde se destaca la figura del Infante D. Enrique. También Fernão de Magalhães, Luís de Camões, Pedro Álvares Cabral y Vasco da Gama son algunas de las 32 figuras que se encuentran a lo largo del monumento. Estas representan un resumen histórico de personalidades directa o indirectamente vinculadas a los descubrimientos.
Cuánto fue creado éste monumento de alta relevancia y expresión, ningún detalle fue dejado al azar. En la parte posterior del Monumento a los Descubrimientos, es posible identificar una espada y el pavimento, a su entrada, ha dibujado una enorme rosa de los vientos y un mapa. En este mapa tienes las rutas de los viajes de los descubrimientos portugueses, inscrito en mármol de varios colores. Por fin, enmarcando esta representación, de proporciones épicas, se encuentra uno de los tantos bellos ejemplos del pavimento portugués, con sus dibujos ondulados, en piedra caliza en blanco y negro.
Los portugueses desde siempre han estado orgullosos de su historia y en particular de la era de los descubrimientos. Fue desde el estuario del Río Tajo donde partieron las flotas de los grandes navegantes para descubrir el mundo en el siglo XV.
El monumento original se erigió en 1940 con motivo de la Exposición Universal de Portugal y se construyó con materiales perecederos. El arquitecto y cineasta Continelli Telmo fue el autor de esta obra. Sin embargo, tres años después y por tratarse de una construcción efímera y no permanente, se ordenó su demolición.
El actual monumento es una réplica, ya construida en piedra y hormigón, con las figuras esculpidas en calcáreo. Inaugurada el 9 de agosto de 1960 en el marco de las conmemoraciones de los quinientos años de la muerte del Infante D. Henrique, el Navegador, este monumento es uno de los principales puntos de interés de la ciudad de Lisboa.